El día jueves 29 de marzo, en la Institución Educativa se llevó a cabo la
Apertura de Escuela de Padres 2012.
La apertura al amor es una de las características más profundas y más
hermosas del ser humano. Estamos hechos, física y espiritualmente, para amar.
Toda nuestra existencia se explica desde el amor y para el amor. Sin amor,
somos incomprensibles, como un coche sin ruedas o como una pantalla sin
imágenes.
El amor orienta al hombre y a la mujer a la total entrega mutua en el
matrimonio. Esta vocación a darse plenamente al otro muestra de un modo
profundo que somos imagen y semejanza de Dios convirtiéndose la familia en el
ámbito privilegiado donde cada persona aprende a dar y a recibir amor. Esta es
la auténtica humanización, cada hijo empieza a vivir al nacer en familias constituidas
en el amor genuino y completo.
La familia es el lugar privilegiado para la educación y el ejercicio de
la vida fraterna, de la caridad y la solidaridad, cuyas expresiones son
múltiples. En las relaciones familiares se debe tomar interés, acoger y
respetar a los demás, para hacerles sentir y facilitarles el lugar que les
corresponde. La vida en común es, además, una invitación a compartir, que
permite salir del egoísmo. Los padres, con delicadeza, tendrán buen cuidado de
despertar en sus hijas, mediante el ejemplo y las enseñanzas, el sentido de la
solidaridad., para forjar así su carácter y dominar sus instintos, en
particular el de la posesión exclusiva para uno mismo. El aprendizaje en la
vida de familia permanece durante toda
la existencia.
La familia es la principal y más completa escuela de humanización. Desde
el Evangelio estamos llamados a descubrir esta vocación profunda del matrimonio
y de la familia. Las nuevas generaciones recibirán, junto al magnífico tesoro
de la fe, el testimonio de padres que viven desde el amor y para el amor. Lo
cual es, en cierto modo, anticipar un pedazo de cielo en esta tierra hambrienta
de esperanza y necesitada de familias verdaderamente enamoradas.
¡No cerremos
nuestro corazón, sino estemos atentos a la voz del Señor y el grito de
nuestros hijos!
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