martes, 3 de abril de 2012

APERTURA DE ESCUELA PARA PADRES Y MADRES


El día jueves 29 de marzo, en la Institución Educativa se llevó a cabo la Apertura de Escuela de Padres 2012.
La apertura al amor es una de las características más profundas y más hermosas del ser humano. Estamos hechos, física y espiritualmente, para amar. Toda nuestra existencia se explica desde el amor y para el amor. Sin amor, somos incomprensibles, como un coche sin ruedas o como una pantalla sin imágenes.
El amor orienta al hombre y a la mujer a la total entrega mutua en el matrimonio. Esta vocación a darse plenamente al otro muestra de un modo profundo que somos imagen y semejanza de Dios convirtiéndose la familia en el ámbito privilegiado donde cada persona aprende a dar y a recibir amor. Esta es la auténtica humanización, cada hijo empieza a vivir al nacer en familias constituidas en el amor genuino y completo.
La familia es el lugar privilegiado para la educación y el ejercicio de la vida fraterna, de la caridad y la solidaridad, cuyas expresiones son múltiples. En las relaciones familiares se debe tomar interés, acoger y respetar a los demás, para hacerles sentir y facilitarles el lugar que les corresponde. La vida en común es, además, una invitación a compartir, que permite salir del egoísmo. Los padres, con delicadeza, tendrán buen cuidado de despertar en sus hijas, mediante el ejemplo y las enseñanzas, el sentido de la solidaridad., para forjar así su carácter y dominar sus instintos, en particular el de la posesión exclusiva para uno mismo. El aprendizaje en la vida de  familia permanece durante toda la existencia.
La familia es la principal y más completa escuela de humanización. Desde el Evangelio estamos llamados a descubrir esta vocación profunda del matrimonio y de la familia. Las nuevas generaciones recibirán, junto al magnífico tesoro de la fe, el testimonio de padres que viven desde el amor y para el amor. Lo cual es, en cierto modo, anticipar un pedazo de cielo en esta tierra hambrienta de esperanza y necesitada de familias verdaderamente enamoradas.
¡No cerremos  nuestro corazón, sino estemos atentos a la voz del Señor y el grito de nuestros hijos!






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